He terminado de leer David y Goliat, de Malcolm Gladwell. Soy un gran seguidor de este autor, he leido todos sus libros con excepción de algunos capítulos de ‘Lo que el perro vió’, pero esta vez he terminado la lectura del libro un tanto decepcionado. El libro tiene un buen punto de partida, que es exponer cómo una deficiencia aparente puede ser una ventaja en determinadas situaciones, pero creo que le falta consistencia a la hora de exponer un argumentario común al libro. Quizá la culpa sea que sus anteriores libros me gustaron mucho, y en ellos si que me convenció de sus teorías. En ellos sí había un nexo o guión común a todas las situaciones que se exponían, pero en este último libro Gladwell no consigue, desde mi punto de vista, plantear una teoría o un punto de vista claro sobre las situaciones de desventaja. Leer a Gladwell es abrir las puertas a pensamientos o formas de pensar totalmente distintos a los habituales, y pese a que este libro no sea uno de los mejores que ha escrito sigue siendo uno de mis escritores favoritos de no ficción. Me encanta leer las argumentaciones que realiza y la manera en que las documenta con hechos y estudios la mayoría de veces desconocidos para mi.
El libro tiene pasajes realmente buenos, como acostubra el autor, como por ejemplo cuando de la influencia de la elección de la universidad en los resultados académicos de los estudiantes. En este capítulo presenta el test de reflexión cognitiva. Este test sirve para medir la capacidad de atención que una persona es capaz de prestar para resolver tres sencillas preguntas y alterando las condiciones del test a peor, escritas en letra más pequeña o con menor intensidad, los resultados son paradojicamente mejores.
Y sobre todo, me ha encantado su planteamiento sobre qué consiste la legitimidad de los gobernantes, que es textualmente la siguiente:
Cuando las personas con autoridad quieren que el resto nos comportemos, importa, primero y por encima de todo, cómo se comportan ellas. A esto se le denomina el ‘principio de legitimidad’, y la legitimidad se fundamenta en tres cosas. La primera de todas: las personas que han de obedecer a la autoridad tienen que sentir que tienen voz, que si dan a conocer su opinión serán escuchadas. En segundo lugar, la ley ha de ser predecible. Tiene que haber expectativas razonables que las reglas de mañana sean aproximadamente las mismas que las de hoy. Y, en tercer lugar, la autoridad ha de ser justa. No se puede tratar a un grupo de manera diferente que a otro.
Una explicación más completa sobre el principio de legitimidad, con extractos sacados del libro la puedes leer en esta crítica del libro.
Como conclusión, desde mi punto de vista se trata de un libro un tanto menor de Malcolm Gladwell. Si no has leido nada de este autor, te recomiendo leer ‘El momento clave’ o ‘Fueras de serie’ antes que ‘David y Goliat’.