Esta fin de semana se publicó en EP[s] un reportaje títulado Corazonadas inteligentes que aborda el tema de la inteligencia inconsciente, a saber: ¿ porqué tomamos decisiones sin elementos de juicio objetivo ? El reportaje contiene una gran publicidad encubierta de un libro titulado Inteligencia intuitiva, cuyo autor es Malcolm Gladwell, el autor de La frontera del éxito y que es uno de mis libros para este invierno. Resulta chocante que en varias ocasiones en el reportaje hablan de Malcolm Galdwell, cuando el apellido correcto es Gladwell, pero eso es cosa de los periodistas.
Creo que existe una relación directa entre la inteligencia inconsciente y la actividad de desarrollar software. De alguna manera cuando eres más productivo, cuando estás en estado de flujo – lo que mucha gente llama programar con el piloto automático -, estás aplicando este tipo de conocimiento. No te paras en cada detalle de tu código porque sabes que lo estás haciendo bien. Depuras rapidamente los errores porque los encuentas enseguida. Tomas decisiones acertadas sin tener que pensar mucho, aunque realmente estás pensando a otro nivel. ¿ Cuantas veces te has levantado por la mañana pensando que tenías la solución de un problema que te tenía amargado ? ¿ O cuantas veces has dejado algo que te parecía imposible para darte cuenta al poco tiempo de que es más fácil de lo que suponías ? ¿ Que hacías en ese lapso de tiempo ?
Del reportaje me llama mucho la atención una cita de Bertrand Russell: Si tengo que trabajar en algún tema difícil, el mejor plan es pensar en ello con intensidad durante un tiempo y después dar la orden de que el trabajo continúe en el subterráneo. Después de algunos meses, vuelvo conscientemente al tema y descubro que el trabajo está hecho.
Algunos meses es mucho tiempo, pero dejar de pensar en algo durante un par de dias muchas veces ayuda solucionarlo.
Cuento algo que me ocurrió una vez y que me dejó bastante sorprendido.
Estaba haciendo un exámen de cálculo, y me quedé sin tiempo para poder acabar una demostración, así que puse lo que creía correcto, no muy convencido, y lo entregué. Como salí un poco cansado del examen, durante ese día decidí olvidarme del exámen y dejar el repaso de las preguntas para otro momento.
Al día siguiente, en cuanto despierto, el primer pensamiento que tengo, de forma inconsciente, es el de la demostración del exámen, pero cambiada. Me quedé un poco perplejo, así que me puse a pensar en esa demostración. Y para mi sorpresa compruebo que lo que me había venido a la cabeza era la contestación correcta, y que la respuesta que puse en el exámen estaba mal.
No sé que te parece, pero creo que los procesos en segundo plano ya existían antes de que llegásemos los informáticos 🙂